911

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- 911, ¿en qué podemos ayudarle?
- ¡Por el amor de Dios! ¡Tienen que venir! ¡Joder, tienen que venir!
- Tranquilícese señor, por favor, tranquilícese.
- ¡Lo está volviendo a hacer, lo está volviendo a hacer…! ¡Maldita sea!
- Señor, ruego mantenga la calma e intente explicarse.
- ¡No tengo ni puta idea de cuánto va a durar esto! Me está volviendo loco… Este cabrón de mierda me está volviendo loco…
- Intente mantener la calma y dígame que sucede exactamente.
- Joder, está todo hecho un asco… Es horrible, horrible… Y el olor… el olor es insoportable. No puedo ni entrar. ¡Es asqueroso! Y el jodido cabrón sigue dentro… ¡Sigue ahí! ¡Recreándose entre toda esa, esa…!
- Por favor, le repito que necesito que se calme. Si no me dice que está ocurriendo no le puedo ayudar. ¿De qué se trata? ¿Hay heridos? ¿Hay alguien armado? ¿Dónde se encuentra usted?
- En mi casa, en mi puta casa. ¡Y él está en la habitación! Encerrado… encerrado entre todo ese horror…
- Por favor, escúcheme, si la casa no es un lugar seguro le recomiendo que la abandone. ¿Dispone de algún teléfono móvil desde el que poder llamarme?
- ¡Seguro que lo tiene ese cabrón! Tienen que venir, ¡tienen que venir de una jodida vez! Si no vienen, el no aprenderá y lo volverá a hacer otra vez… ¿Acaso no lo entienden?
- De acuerdo, de acuerdo. Dígame la dirección, por favor.
- Número 7 de la 3ª Avenida. La casa con la valla azulada.
- Tomo nota. Por favor, no se retire del auricular. Busque el lugar más seguro que pueda, y que el teléfono se lo permita si no es inalámbrico, y permanezca ahí mientras le envío un coche patrulla.

Tras escuchar la confirmación de que acudirían en su auxilio, el hombre colgó el teléfono. Después, tras dedicarse un par de minutos a recuperar la compostura, se encaminó hacia el dormitorio de su hijo. Una vez situado delante de la puerta, aporreó la madera con su mano derecha.

- ¿Qué quieres ahora? –contestó una voz masculina
- ¿Has recogido ya toda tú jodida ropa, los discos y la demás mierda que tienes esparcida por el cuarto? –preguntó el hombre.
- Te he dicho que te pierdas, papá. Es mi cuarto y lo tengo como me da la gana.
- ¿Ah sí? Pues ya veremos si te quedan ganas de tenerlo así dentro de unos minutos.

Y diciendo esto, el hombre salió al porche de su casa, donde se sentó sobre su silla playera, aguardando pacientemente la llegada de la policía.

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http://noticias.ya.com/insolito/19/05/2009/policia-familia-discusion.html

2 comentarios:

Jorge Bueno dijo...

Me contaron de un neoyorkino que llamó a la policía para pedir una pizza, pero los muy ineptos se presentaron con donuts.

Anónimo dijo...

Una vez respondi a un anuncio en el que anunciaban servicios de la policia. No se, no se, ese cuerpo es un caos, desorganizacion pura... ni te imaginas como me dejaron todo el comedor lleno de ropa... Y lo mismo paso las 14 veces!

c.