Borracho de sentimiento he buscado a mi china por entre las calles del arrabal. A mi paso, decenas de mujeres me han carchado minutos y sudor entre pasos de tango. He cepillado hasta olvidar que lo hacía; he amarrado tan fuerte que aún ahora mi piel transpira perfumes femeninos de diferentes dueñas; he besado tantos labios que hasta el mismísimo Juan Tenorio se quitaría el sombrero ante mí. Pero de mi china, ni rastro.
Ahora, solo y despistado, ando tirado en la calle dándole al frasco, mientras las milongas verbeneras me narran historias de Gardel, Merello, Piazzola y D'Arienzo. Pero no pienso llorar, antes me quito el pellejo con mi cuchillo; pues siempre voy a macho, como aquellos viejos que ya no quedan. Al menos eso decía mi china.
2 comentarios:
Qué lindo, flaco.
ufff el tango, una de mis asignaturas pendientes... Bueno, una de tantas!
c.
Publicar un comentario